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La chirimoya no logra elevar sus ventas a pesar de su calidad

Los problemas de comercialización y los altos costes de producción están haciendo que esta fruta pierda terreno en la Costa

Si se mide en términos comerciales, un cuarto de siglo de estancamiento de las ventas es un periodo de tiempo demasiado largo y las alarmas hace ya mucho que deberían haber saltado en el sector de la chirimoya de la Costa Tropical. Y es que, en el arranque de una nueva campaña, la puesta de la emblemática fruta en los mercados nacionales llega acompañada de los problemas de siempre: el escaso conocimiento que aún tiene el consumidor, la recogida a destiempo, los precios y -por si fuera poco- la calamidad sufrida por los agricultores de la zona de Almuñécar, a consecuencia del pedrisco de 2013, que condiciona la propia producción durante un periodo de tiempo que va mucho más allá del año natural en que se produjo el daño.

En este marco, llegan las reflexiones y advertencias de los técnicos e investigadores. «La comercialización no avanza de forma colectiva porque no existe un sector que marque pautas generales, como ocurre con el sector hortícola», explica el jefe del departamento técnico de Caja Rural de Granada, Ignacio Escobar, para quien, a pesar de que hace poco tiempo que se ha creado la Asociación de productores de subtropicales de Málaga y Granada, hay mucho por hacer en este ámbito.

A su juicio, sería una buena salida que, después de la reducción de cultivo que se está produciendo actualmente en favor del aguacate y mango, «naciera algún grupo significativo de productores con las ideas claras de cómo deben comercializar y promocionar de manera adecuada esta fruta tanto en el mercado nacional como en Europa». La reducción de la superficie de producción de chirimoya en toda la Costa de Granada es ya algo tan evidente que se viene dando como hecho consumado a lo largo de la última década. «Las plantaciones más grandes están desapareciendo, el árbol da mucho más trabajo que el aguacate y la chirimoya se está quedando concentrada en pequeñas parcelas familiares», pone el dedo en la llaga Fernando Martín Callejón, gerente de la cooperativa comercializadora Procam de Motril .

Frustración

Los costes de producción de la chirimoya son más elevados debido a la necesidad de mano de obra que no se ve compensada con los precios del producto, por lo que este se está recluyendo en las explotaciones gestionadas por unidades familiares. Martín insiste, además, en lo que todo el sector reconoce abiertamente, aunque no se diga en voz alta. «La producción está estancada. La chirimoya es un producto muy perecedero y complicado de trabajar en almacenes y comercializadoras», a lo que hay que unir su consumo exclusivamente nacional y no en todo el territorio del país.

Estos problemas se van refrendando a poco que se consulte al conjunto del sector. «Esta fruta tiene muy poco ‘viaje’ por sus características y se exporta muy poco, ya que la mayoría se comen en España siendo un gran porcentaje en Andalucía y Madrid», comentan los responsables de la empresa Mercomotril.

La frustración general se multiplica como consecuencia de los esfuerzos implementados al sector durante años. En lo referente a cultivo, podas, polinización, postcosecha, plagas, selección de variedades, etc., tanto la Finca la Mayora, del Centro Superior de Investigaciones Científicas de Algarrobo-Costa (Málaga) como la finca La Nacla de Caja Rural de Granada, en Motril, han empleado recursos económicos y humanos de experimentación y divulgación durante más de cinco años. «Esto quiere decir que ya existen pocos secretos en su manejo para el agricultor de nuestra Costa que se quiera tomar este cultivo en serio de manera profesional», dice el jefe técnico, Ignacio Escobar.

Producción mermada

Pero lo cierto es que las consecuencias económicas, culturales y hasta emocionales continúan pesando mucho en un sector que no las tiene todas consigo.

De hecho, hasta las condiciones climatológicas del pasado año van a condicionar mucho la producción de la zona de cultivo tropical más importante de la costa, Almuñécar. Según Antonio Sánchez, gerente de la firma Frutas El Romeral y presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen de la Chirimoya de Málaga-Granada, es algo constatado que en esta campaña se producirá una merma significativa en cuanto a kilos de producción debido a los efectos de la terrible granizada de hace un año.

«Las plantas sufren el daño durante dos años. En Almuñécar se quedaron muy tocadas, se afectó muchísimo la floración y la merma puede ser hasta de un 50%», detalla Sánchez. Traducido en números, estaríamos hablando de una producción de entre 40 y 50 millones de kilos de chirimoya, ya en el invierno de 2015. Eso sí, menos producción pero con una calidad excepcional. Y esa calidad será una nota distintiva de la campaña que ahora se ha iniciado. Desde Procam también afirman que la calidad «será excepcional», lo que no termina de encajar con el problema del precio que actualmente se está moviendo en una media de 50-70 céntimos de euro el kilo. «Llegar al euro es prácticamente una excepción», comenta Fernando Martín Callejón. En cuanto a la comercialización por empresas y cooperativas, aunque con diferencias sustanciales en algunos casos, se puede afirmar que la media se moverá entre los tres y cuatro millones de kilos por firma comercial. Ahora todos miran al cielo porque, como señalan desde Mercomotril, «el pedrisco de Almuñécar nos arruinó 800.000 kilos que, evidentemente, hubieran subido la media». En definitiva, a pesar de los problemas estructurales del sector de la chirimoya, muchos continúan confiando en conseguir una actividad medianamente rentable para el agricultor; que mejore la cadena de venta y que mantenga una regularidad en la calidad que se ofrece.

En este marco, llegan las reflexiones y advertencias de los técnicos e investigadores. «La comercialización no avanza de forma colectiva porque no existe un sector que marque pautas generales, como ocurre con el sector hortícola», explica el jefe del departamento técnico de Caja Rural de Granada, Ignacio Escobar, para quien, a pesar de que hace poco tiempo que se ha creado la Asociación de productores de subtropicales de Málaga y Granada, hay mucho por hacer en este ámbito.

A su juicio, sería una buena salida que, después de la reducción de cultivo que se está produciendo actualmente en favor del aguacate y mango, «naciera algún grupo significativo de productores con las ideas claras de cómo deben comercializar y promocionar de manera adecuada esta fruta tanto en el mercado nacional como en Europa». La reducción de la superficie de producción de chirimoya en toda la Costa de Granada es ya algo tan evidente que se viene dando como hecho consumado a lo largo de la última década. «Las plantaciones más grandes están desapareciendo, el árbol da mucho más trabajo que el aguacate y la chirimoya se está quedando concentrada en pequeñas parcelas familiares», pone el dedo en la llaga Fernando Martín Callejón, gerente de la cooperativa comercializadora Procam de Motril .

Frustración

Los costes de producción de la chirimoya son más elevados debido a la necesidad de mano de obra que no se ve compensada con los precios del producto, por lo que este se está recluyendo en las explotaciones gestionadas por unidades familiares. Martín insiste, además, en lo que todo el sector reconoce abiertamente, aunque no se diga en voz alta. «La producción está estancada. La chirimoya es un producto muy perecedero y complicado de trabajar en almacenes y comercializadoras», a lo que hay que unir su consumo exclusivamente nacional y no en todo el territorio del país.

Estos problemas se van refrendando a poco que se consulte al conjunto del sector. «Esta fruta tiene muy poco ‘viaje’ por sus características y se exporta muy poco, ya que la mayoría se comen en España siendo un gran porcentaje en Andalucía y Madrid», comentan los responsables de la empresa Mercomotril.

La frustración general se multiplica como consecuencia de los esfuerzos implementados al sector durante años. En lo referente a cultivo, podas, polinización, postcosecha, plagas, selección de variedades, etc., tanto la Finca la Mayora, del Centro Superior de Investigaciones Científicas de Algarrobo-Costa (Málaga) como la finca La Nacla de Caja Rural de Granada, en Motril, han empleado recursos económicos y humanos de experimentación y divulgación durante más de cinco años. «Esto quiere decir que ya existen pocos secretos en su manejo para el agricultor de nuestra Costa que se quiera tomar este cultivo en serio de manera profesional», dice el jefe técnico, Ignacio Escobar.

Producción mermada

Pero lo cierto es que las consecuencias económicas, culturales y hasta emocionales continúan pesando mucho en un sector que no las tiene todas consigo.

De hecho, hasta las condiciones climatológicas del pasado año van a condicionar mucho la producción de la zona de cultivo tropical más importante de la costa, Almuñécar. Según Antonio Sánchez, gerente de la firma Frutas El Romeral y presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen de la Chirimoya de Málaga-Granada, es algo constatado que en esta campaña se producirá una merma significativa en cuanto a kilos de producción debido a los efectos de la terrible granizada de hace un año.

«Las plantas sufren el daño durante dos años. En Almuñécar se quedaron muy tocadas, se afectó muchísimo la floración y la merma puede ser hasta de un 50%», detalla Sánchez. Traducido en números, estaríamos hablando de una producción de entre 40 y 50 millones de kilos de chirimoya, ya en el invierno de 2015. Eso sí, menos producción pero con una calidad excepcional. Y esa calidad será una nota distintiva de la campaña que ahora se ha iniciado. Desde Procam también afirman que la calidad «será excepcional», lo que no termina de encajar con el problema del precio que actualmente se está moviendo en una media de 50-70 céntimos de euro el kilo. «Llegar al euro es prácticamente una excepción», comenta Fernando Martín Callejón. En cuanto a la comercialización por empresas y cooperativas, aunque con diferencias sustanciales en algunos casos, se puede afirmar que la media se moverá entre los tres y cuatro millones de kilos por firma comercial. Ahora todos miran al cielo porque, como señalan desde Mercomotril, «el pedrisco de Almuñécar nos arruinó 800.000 kilos que, evidentemente, hubieran subido la media». En definitiva, a pesar de los problemas estructurales del sector de la chirimoya, muchos continúan confiando en conseguir una actividad medianamente rentable para el agricultor; que mejore la cadena de venta y que mantenga una regularidad en la calidad que se ofrece.